
Ser piloto es uno de los trabajos más complicados en el mundo pues implica una gran responsabilidad: en sus manos tienen la vida de los pasajeros y son los encargados de que estos lleguen a salvo a su destino.
Cuando comencé a preparar el despegue, pensé que el capitán enviaría a Sam a su asiento, pero no fue así y el pequeño continuaba mirando sobre mi hombro. El agente de rampa llamó para saber si estábamos listos para encender el motor de la secuencia inicial, número cuatro. Rápidamente me dirigí al capitán quien respondió: ¨me estoy haciendo cargo, ustedes sigan preparando el despegue¨.
¿Ustedes? me pregunté, ¿se refería a Sam y a mí?
¨Está bien, debemos iniciar¨, respondí, al mismo tiempo que preparaba el despegue. Después de realizar la comprobación, le pregunté: ¨¿Acaso ustedes, es decir, nosotros dos?¨, no podía quedarme con la duda, encendí botones y un ¨Si, continúen con el trabajo¨ fue lo que respondió el capitán.
Después regrese al panel de control para seguir con mi trabajo. Miré la luz roja parpadeando, eso me indicaba el inicio.
¨¿Alguna vez has despegado un avión?¨, pregunté a Sam.
Con ojos grandes y muy nervioso me contestó con la cabeza que no. Siguiendo mis instrucciones, Sam oprimió un botón en el panel de control que activó los indicadores, después presionó un gran botón que daba inicio al motor, al final subió una palanca con sus dos manos para introducir el combustible.
En ese momento la turbina se encendió, muy sorprendido Sam se alejó lentamente de la palanca, acababa de encender un avión de pasajeros. Si yo tuviera su edad seguramente no lo hubiera creído de haber hecho lo mismo. Después de eso le di las gracias por ayudarme.
¨Muchas gracias a usted por dejarme encender el avión, fue los más increíble que he hecho¨, dijo Sam.
Se dirigió a la puerta de la cabina mientras se escuchó el sonido ensordecedor del motor, en eso se acerca el capitán y le dice: ¨Escuchaste eso hijo, tú lo has puesto en marcha¨. El pequeño Sam estaba a punto de llorar de la felicidad.
¨Muchas gracias capitán, que tengan una hermosa Navidad¨, dijo Sam, al final miró la cabina una última vez y se alejó lentamente. Después encendimos todos los motores y despegamos, 40 minutos después llegamos a Macon.
Al siguiente día, en Navidad, entramos a la cabina para preparar el avión y dirigirnos a Atlanta, uno de los agentes de seguridad se acercó y nos dijo: ¨Buenos días señores, esta mañana vino la madre de un niño y quería que les diera las gracias personalmente por mostrarle a su hijo como se enciende un avión, también dejó esto para ambos y dijo que el pequeño no había dejado de hablar de su maravillosa experiencia, que estaba muy agradecida con ustedes¨.
El agente de seguridad dejó una lata roja en el centro del panel de control. El capitán abrió la lata y mordió una de las galletas de chocolate, después abrió la nota que venía dentro y la leyó en silencio.
Después me miró fijamente y me dijo: ¨el pequeño tiene cáncer¨, enseguida leyó la nota en voz alta.
Apreciados pilotos:
Gracias por permitir que mi hijo Sam pudiera conocer su trabajo, desafortunadamente él padece cáncer y recibe su quimioterapia en Memphis, esta es la primera vez que ha estado en casa desde que inició su tratamiento.
Siempre lo hemos llevado al hospital en automóvil, pero como Sam ama los aviones decidimos volver a casa en uno, no existe gran probabilidad de que volvamos a tomar otro avión próximamente.
EL MEJOR REGALO
El médico nos ha comentado que Sam solamente tiene algunos meses de vida, siempre ha soñado con ser piloto. El viaje que hicimos en avión de Memphis a Atlanta fue lo mejor que le ha pasado. No tenía idea que volar un avión era tan fantástico, sólo tenía la experiencia de sus juguetes, pero ustedes le dieron el mejor regalo de Navidad, durante un par de minutos el sueño de mi hijo se hizo realidad y todo fue gracias a ustedes. Siempre estaré infinitamente agradecida y seguramente Sam, los recordará más allá de todo. ¡Gracias y feliz Navidad!
Al final volteé a ver al capitán y él seguía mirando la carta. Un auxiliar de vuelo se acercó a la cabina para informarnos que los pasajeros estaban listos para el despegue. Tomó algunas galletas y nosotros revisamos la lista de control. Con una voz entrecortada el capitán anunció: ¨iniciando número cuatro¨.
De principio yo sólo quería estar con mi familia, intercambiar regalos en Navidad, pero este pequeño me enseñó que en ocasiones los mejores regalos son aquellos que damos sin darnos cuenta y que las lecciones más significativas las recibimos de personas desconocidas.
Estos pilotos merecen el reconocimiento de todo el mundo ¿no crees? bastó la gentileza y la bondad que tienen en sus corazones para cambiar la vida de un pequeño y hacer realidad su sueño, ¡más personas como ellos en el mundo!
¿Qué te pareció esta conmovedora historia? ¿Qué opinas de la acción de estos pilotos? Nos gustaría conocer tu opinión.